1/14/2013

Andres Felipe Garcia Toro

La noche de los sombreros

Recorriendo en la penumbra de la noche,
destellos chocantes
iluminan las puertas del averno.
Ellos murieron con su secreto
entre la lluvia, entre las sombras
entre el último alarido de un niño siendo
torturado.
Se acabó con la desdicha
¡El último ha sido callado! Exclamó.
Voces fuertes ante oídos inertes
la esperanza de su ideal sucumbía
hasta el último bellaco
a ellos les esperaba perecer
mientras los árboles perdían su color,
voces que se llevó el viento
sólo les esperaba el desprecio
¡Esto es lo mejor para todos! Exclamó.
Y en su huida el dolor
de la carne putrefacta
cuando su deidad le dio la espalda
nada mas esperaban...
El inconsolable frío
el viento que calla los más profundos secretos;
recordamos sus voces infundidas entre las
lágrimas
y diez mil soles que queman a nuestros pies,
ellos esperan ver
el último río que se desviste
para excitar a su verdugo
la última lágrima de una madre recordando a su
hijo mutilado.
¡Pero no importa! Exclamó.
Nuestro camino se ilumina y nos
compadecemos
del cuervo que se come al niño;
de la inconsistencia;
el círculo...
el frío...
La rosa marchita tiene su inicio, perdonadme
voces calladas
mentes conformistas
sepulcros abiertos
que entre la lluvia y la noche no pierdo el
deseo.

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