7/17/2016

“Hay que volver al espíritu de la Constitución del 91”: Navarro Wolff

El senador Antonio Navarro Wolff nació en la ciudad de Pasto en 1948. Ingeniero, ex-militante del grupo guerrillero M-19, Ministro de Salud, candidato presidencial, alcalde de su ciudad natal, gobernador del departamento de Nariño, Secretario de Gobierno de la alcaldía de Bogotá, parlamentario. Sobrevivió a un atentado en su contra en 1985. Navarro Wolff es una persona con toda la autoridad para hablar del proceso de paz que adelanta el gobierno de Juan Manuel Santos con las FARC-EP y para hacer un diagnóstico del estado de la actual Carta Política que rige el país desde 1991. Por Omar Garzón.


Omar Garzón: Senador, el 4 de julio de 1991 se promulgó la Constitución que rige actualmente en Colombia. Usted fue, junto con Horacio Serpa y Álvaro Gómez Hurtado,  uno de los tres presidentes de la Asamblea Nacional Constituyente que redactó esa Carta Política. Han pasado 25 años desde entonces. Sin embargo, usted sostiene que aún no es tiempo de cambiarla. ¿Por qué?

Antonio Navarro: No, no es tiempo de cambiarla. No es tiempo de hacer una nueva. Cambiarla sí. Se le han hecho muchos cambios, algunos buenos, otros regulares, otros malos, otros innecesarios. 41 reformas constitucionales. Pero nosotros no necesitamos una constitución nueva porque hay muchas partes de la Constitución que están perfectamente vigentes: La Carta de Derechos, los mecanismos como la tutela para la preservación de los derechos, la Corte Constitucional, la Fiscalía General de la Nación, la independencia del Banco de la República, los derechos, facultades y tratamiento especial para los indígenas y afrocolombianos, los mecanismos de participación ahí están, lo que pasa es que no se han usado. Yo diría que el espíritu esencial de la Constitución sigue vigente. Lo que ha pasado es que se ha blindado muy poco o no se ha blindado lo suficiente. Sí se necesitan reformas a la Constitución, claro, y aún por la vía de una asamblea constituyente, pero no se necesita una constitución nueva.


OG: ¿Cuál de esas más de cuarenta reformas ha sido la más lesiva para la Constitución?

AN: Bueno, varias. Primero,  la que permitió la reelección presidencial inmediata que después se corrigió con la prohibición de la reelección presidencial que empieza a regir ahora. Otra que ha sido una reforma con la que no estoy a favor son las que se hicieron disminuyendo los recursos a las regiones. Las transferencias a las regiones que estaban en el texto original de la Constitución eran más generosas que las que se han ido conformando en el Sistema General de Participaciones. La idea era que hubiera más dinero transferido a las entidades territoriales regionales que lo que fuera la inversión del presupuesto nacional. Pero en el 2016 había 48 billones para inversión del presupuesto nacional desde la nación y 30 billones en transferencias. Es evidente que no es una mayoría lo que estaba destinado para inversión a nivel descentralizado. Esa es otra de las reformas que yo creo que no ha sido conveniente. A parte de la reforma política que se hizo recientemente que tampoco es buena, hay una serie de reformas inconvenientes, pero las dos más inconvenientes más importantes, en mi opinión, son la que permitió la reelección, que ya se corrigió, y la que disminuye las transferencias y debilita la descentralización.

OG: Senador, a veces pareciera que la autonomía regional está cada vez más cerca. Está, por ejemplo, la unión departamental cada vez más fuerte en el Caribe colombiano. ¿Está cerca la autonomía de las regiones?, ¿esa es una reforma apremiante en este momento?

AN: No. Hay que volver al espíritu de la Constitución del 91 en ese terreno. Darle funciones a las regiones sin darles recursos, eso simplemente es meterles cuentos. Lo que hay es un caso de recentralización. Cada vez más las decisiones y los recursos están a nivel central. Yo creo que todos hablan de un tipo de reformas que resultaron ser bien pensadas, es la cooperación entre nación, departamento y municipio. El primero que estableció eso fue el Plan Departamental de Aguas que en general funcionó relativamente bien hasta que dejó de poder usar recursos de vigencias futuras. Hay una discusión sobre regalías que se han centralizado mucho. Pero a mí me parece que en cuanto a las regalías lo que pasó fue que se le dio a la nación participación decisoria sobre un recurso que es descentralizado totalmente y que constitucionalmente es de las entidades territoriales. Entonces, en ese mismo criterio, debería dársele a las entidades territoriales participación en decisiones de recursos nacionales en esa operación nación-departamento-municipio. Ahora, hay cosas que están sin hacer que no se hicieron en el 91 tampoco: el mejoramiento de la política en la limitación o desaparición del clientelismo. El clientelismo sigue vivito y coleando y en gran medida es porque permitimos en aquella época las múltiples listas por partido que después se convirtieron en voto preferente y el voto preferente tiene como consecuencia la mermelada. Es una relación individual entre elegido y elector donde el elegido compra al elector y, una vez elegido, se vende al gobierno. Y ahí es donde está el problema más grave por resolver en la vida pública colombiana.


OG: Senador Navarro, ¿estamos preparados para una asamblea constituyente?

AN: Para una asamblea constituyente de temario limitado como los que estamos hablando de la Constitución, sí. Para una asamblea constituyente que quiera hacer una nueva constitución, creo que es un riesgo que no deberíamos correr, porque es mucho el poder de una asamblea constituyente para hacer una constitución nueva que ni se necesita y en cambio sí puede conducir a que retrocedamos en vez de avanzar.

OG: Ni en cinco años como dice Serpa…

AN: Mejor dicho, si hay una elección de asamblea constituyente en el próximo semestre quién cree que ganará, ¡la mermelada! Entonces, entregar al clientelismo el poder constituyente, en mi opinión, es, digamos, ponerle reversa a los avances de estos 25 años.

OG: Hace unos días leía algo que usted decía: “de día congresistas y de noche recluidos”…

AN: Ah, no. Esa no era mi propuesta si no de un exfiscal de la Corte Penal Internacional que dijo, hombre: la Corte Penal Internacional tiene que ver con que los miembros de las FARC que cometieron delitos graves tengan algún tipo de situación de restricción de la libertad, pero, nosotros no nos metemos en la participación en política. Por lo tanto, si el señor participa en política y lo eligen congresista o es congresista, pues vaya de día al congreso y de noche al sitio de reclusión. Eso lo dijo Luis Moreno Ocampo exfiscal de la Corte Penal Internacional. Yo lo que hice fue recordar esa propuesta que el señor había hecho hace como año y medio o dos años.


OG: Siguiendo por esta misma línea, ha generado dudas, y hasta controversia, la diferencia que pueda haber entre las FARC-EP y alias “Popeye”.

AN: Eso viene desde el siglo XIX. Eso se llama diferencia entre delito político y delito común. Viene del siglo XIX. Eso es más viejo que… no sé cómo será la cosa. Más viejo que un solar en Cartago, dicen por ahí. Sí, esa es una diferencia muy antigua con el delito político que tiene que ver con la motivación del delincuente, de manera que eso no es un invento de ahora. Creo que intentar de no darle diferencia al delito político y al delito común es intentar ponerle una traba a la negociación de paz, porque para los guerrilleros comunes y corrientes lo que va a haber es un indulto que solamente es posible si hay una diferencia entre delito político y delito común.

OG: Ya para finalizar, senador, muchos aún no entienden o no entendemos que haya una fuerte oposición al proceso de paz. ¿Hay un mensaje de su parte para esa otra fracción de Colombia que no apoya el proceso de paz?

AN: Que se desarmen siete, ocho o nueve mil guerrilleros no puede ser más bueno. Si la manera para que se desarmen es por medio de esta negociación, pues, hay que apoyarla. Para no apoyar la negociación tendrían que no desarmarse los ocho mil guerrilleros. Así que por eso yo llamo a que, más allá de la letra menuda, vamos al fondo. Cómo no va a ser bueno desarmar ocho mil guerrilleros. Cómo no va a ser bueno dejar de tener tantas víctimas como las que el conflicto ha producido cada año haciendo que Colombia tenga siete millones de víctimas y que desde el 2012, por ejemplo, se vengan produciendo 300.000 víctimas cada año. Por Dios. Si eso es malo, pues, entonces qué es bueno en la vida. De manera que yo, a los que no están apoyando el proceso de paz, les pido que piensen con el corazón si no va a ser muy bueno para Colombia que desarmemos siete u ocho mil guerrilleros en los próximos meses.



Fotografías: Alexandra Ruiz

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