El senador Antonio Navarro Wolff nació en la ciudad de Pasto en 1948. Ingeniero, ex-militante del grupo guerrillero M-19, Ministro de Salud, candidato
presidencial, alcalde de su ciudad natal, gobernador del departamento de Nariño, Secretario de Gobierno de la alcaldía
de Bogotá, parlamentario. Sobrevivió a un atentado en su contra en 1985.
Navarro Wolff es una persona con toda la autoridad para hablar del proceso de
paz que adelanta el gobierno de Juan Manuel Santos con las FARC-EP y para hacer
un diagnóstico del estado de la actual Carta Política que rige el país desde
1991. Por Omar Garzón.
Omar Garzón: Senador, el 4
de julio de 1991 se promulgó la Constitución que rige actualmente en Colombia.
Usted fue, junto con Horacio Serpa y Álvaro Gómez Hurtado, uno de los tres presidentes de la Asamblea
Nacional Constituyente que redactó esa Carta Política. Han pasado 25
años desde entonces. Sin embargo, usted sostiene que aún no es tiempo de
cambiarla. ¿Por qué?
Antonio Navarro: No, no es
tiempo de cambiarla. No es tiempo de hacer una nueva. Cambiarla sí. Se le han
hecho muchos cambios, algunos buenos, otros regulares, otros malos, otros
innecesarios. 41 reformas constitucionales. Pero nosotros no necesitamos una
constitución nueva porque hay muchas partes de la Constitución que están perfectamente
vigentes: La Carta de Derechos, los mecanismos como la tutela para la
preservación de los derechos, la Corte Constitucional, la Fiscalía General de
la Nación, la independencia del Banco de la República, los derechos, facultades
y tratamiento especial para los indígenas y afrocolombianos, los mecanismos de
participación ahí están, lo que pasa es que no se han usado. Yo diría que el
espíritu esencial de la Constitución sigue vigente. Lo que ha pasado es que se
ha blindado muy poco o no se ha blindado lo suficiente. Sí se necesitan
reformas a la Constitución, claro, y aún por la vía de una asamblea
constituyente, pero no se necesita una constitución nueva.
OG: ¿Cuál de esas más de
cuarenta reformas ha sido la más lesiva para la Constitución?
AN: Bueno, varias.
Primero, la que permitió la reelección
presidencial inmediata que después se corrigió con la prohibición de la
reelección presidencial que empieza a regir ahora. Otra que ha sido una reforma
con la que no estoy a favor son las que se hicieron disminuyendo los recursos a
las regiones. Las transferencias a las regiones que estaban en el texto
original de la Constitución eran más generosas que las que se han ido
conformando en el Sistema General de Participaciones. La idea era que hubiera
más dinero transferido a las entidades territoriales regionales que lo que
fuera la inversión del presupuesto nacional. Pero en el 2016 había 48 billones para
inversión del presupuesto nacional desde la nación y 30 billones en
transferencias. Es evidente que no es una mayoría lo que estaba destinado para
inversión a nivel descentralizado. Esa es otra de las reformas que yo creo que
no ha sido conveniente. A parte de la reforma política que se hizo recientemente
que tampoco es buena, hay una serie de reformas inconvenientes, pero las dos
más inconvenientes más importantes, en mi opinión, son la que permitió la
reelección, que ya se corrigió, y la que disminuye las transferencias y
debilita la descentralización.
OG: Senador, a veces
pareciera que la autonomía regional está cada vez más cerca. Está, por ejemplo, la unión departamental cada vez más fuerte en el Caribe
colombiano. ¿Está cerca la autonomía de las regiones?, ¿esa es una reforma
apremiante en este momento?
AN: No. Hay que volver al
espíritu de la Constitución del 91 en ese terreno. Darle funciones a las
regiones sin darles recursos, eso simplemente es meterles cuentos. Lo que hay
es un caso de recentralización. Cada vez más las decisiones y los recursos
están a nivel central. Yo creo que todos hablan de un tipo de reformas que
resultaron ser bien pensadas, es la cooperación entre nación, departamento y
municipio. El primero que estableció eso fue el Plan Departamental de Aguas que
en general funcionó relativamente bien hasta que dejó de poder usar recursos de
vigencias futuras. Hay una discusión sobre regalías que se han centralizado mucho.
Pero a mí me parece que en cuanto a las regalías lo que pasó fue que se le dio
a la nación participación decisoria sobre un recurso que es descentralizado
totalmente y que constitucionalmente es de las entidades territoriales.
Entonces, en ese mismo criterio, debería dársele a las entidades territoriales
participación en decisiones de recursos nacionales en esa operación
nación-departamento-municipio. Ahora, hay cosas que están sin hacer que no se
hicieron en el 91 tampoco: el mejoramiento de la política en la limitación o
desaparición del clientelismo. El clientelismo sigue vivito y coleando y en
gran medida es porque permitimos en aquella época las múltiples listas por
partido que después se convirtieron en voto preferente y el voto preferente tiene
como consecuencia la mermelada. Es una relación individual entre elegido y
elector donde el elegido compra al elector y, una vez elegido, se vende al
gobierno. Y ahí es donde está el problema más grave por resolver en la vida
pública colombiana.
OG: Senador Navarro,
¿estamos preparados para una asamblea constituyente?
AN: Para una asamblea
constituyente de temario limitado como los que estamos hablando de la
Constitución, sí. Para una asamblea constituyente que quiera hacer una nueva
constitución, creo que es un riesgo que no deberíamos correr, porque es mucho
el poder de una asamblea constituyente para hacer una constitución nueva que ni
se necesita y en cambio sí puede conducir a que retrocedamos en vez de avanzar.
OG: Ni en cinco años como dice Serpa…
AN: Mejor dicho, si hay una
elección de asamblea constituyente en el próximo semestre quién cree que
ganará, ¡la mermelada! Entonces, entregar al clientelismo el poder
constituyente, en mi opinión, es, digamos, ponerle reversa a los avances de
estos 25 años.
OG: Hace unos días leía
algo que usted decía: “de día congresistas y de noche recluidos”…
AN: Ah, no. Esa no era mi
propuesta si no de un exfiscal de la Corte Penal Internacional que dijo,
hombre: la Corte Penal Internacional tiene que ver con que los miembros de las
FARC que cometieron delitos graves tengan algún tipo de situación de
restricción de la libertad, pero, nosotros no nos metemos en la participación
en política. Por lo tanto, si el señor participa en política y lo eligen
congresista o es congresista, pues vaya de día al congreso y de noche al sitio
de reclusión. Eso lo dijo Luis Moreno Ocampo exfiscal de la Corte Penal
Internacional. Yo lo que hice fue recordar esa propuesta que el señor había
hecho hace como año y medio o dos años.
OG: Siguiendo por
esta misma línea, ha generado dudas, y hasta controversia, la diferencia que
pueda haber entre las FARC-EP y alias “Popeye”.
AN: Eso viene desde el
siglo XIX. Eso se llama diferencia entre delito político y delito común. Viene
del siglo XIX. Eso es más viejo que… no sé cómo será la cosa. Más viejo que un
solar en Cartago, dicen por ahí. Sí, esa es una diferencia muy antigua con el
delito político que tiene que ver con la motivación del delincuente, de manera
que eso no es un invento de ahora. Creo que intentar de no darle diferencia al
delito político y al delito común es intentar ponerle una traba a la
negociación de paz, porque para los guerrilleros comunes y corrientes lo que va
a haber es un indulto que solamente es posible si hay una diferencia entre
delito político y delito común.
OG: Ya para finalizar,
senador, muchos aún no entienden o no entendemos que haya una fuerte oposición
al proceso de paz. ¿Hay un mensaje de su parte para esa otra fracción de
Colombia que no apoya el proceso de paz?
AN: Que se desarmen siete,
ocho o nueve mil guerrilleros no puede ser más bueno. Si la manera para que se
desarmen es por medio de esta negociación, pues, hay que apoyarla. Para no
apoyar la negociación tendrían que no desarmarse los ocho mil guerrilleros. Así
que por eso yo llamo a que, más allá de la letra menuda, vamos al fondo. Cómo
no va a ser bueno desarmar ocho mil guerrilleros. Cómo no va a ser bueno dejar
de tener tantas víctimas como las que el conflicto ha producido cada año
haciendo que Colombia tenga siete millones de víctimas y que desde el 2012, por
ejemplo, se vengan produciendo 300.000 víctimas cada año. Por Dios. Si eso es
malo, pues, entonces qué es bueno en la vida. De manera que yo, a los que no
están apoyando el proceso de paz, les pido que piensen con el corazón si no va
a ser muy bueno para Colombia que desarmemos siete u ocho mil guerrilleros en
los próximos meses.
Fotografías: Alexandra Ruiz
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