3/13/2017

Monólogo del San Juan de Dios



 Hoy ha dado a luz mi sombra.
Como ayer, como antier, como mañana
hoy también ha dado a luz.
No fueron condenadas mis paredes a la hoguera,
ni mis puertas destinadas a ser la balsa de los náufragos.
No se han hecho cruces con las podridas vigas de mis cuartos
ni se han pasado a la guillotina los ausentes.
No son estas las camas de tortura a la espera de las víctimas del Cóndor
ni son los marcos de las ventanas la horca de los médicos.
Tal vez si yo fuera las ruinas de Pompeya o las vitrinas del azar.
Quizás si contuvieran estos vidrios los gemidos de una puta
no se sentaría en mis sillas la miseria. Pero nada de eso pasa.
A ninguna de esas penas fuimos sometidos. Sin embargo
ser comidos, poco a poco, por el signo negro de los años
ser enterrados lentamente por el delgado polvo de los tiempos
a eso fuimos condenados. Somos una huella negra en medio de la plaza.
Por la calle pasan los habitantes que ya no nos observan
porque mis paredes son la voz agonizante que se olvida
y mis ladrillos, la higuera muerta que se seca

en un mes lluvioso que nadie nombra.



Hospital San Juan de Dios. Bogotá, Colombia.




Hospital San Juan de Dios. Bogotá, Colombia.
Fotografías tomadas de la circulación libre en Internet.

Al otro lado de Quiba están el negro, el gris y la ceniza


Quiba, que en Chibcha significa “Bosque Hermoso”
y también “Mirador”, permite ver algunos de los árboles
nativos que han dado sombra a través de los siglos…
Jorge Rojas

Las sombras que suben y bajan por las laderas forman la cicatriz que el sol /no alcanza.
De madrugada, muchos de nosotros bajamos entre luces débiles y con algo /de temor:
En algún momento nuestras piernas se volverán el llanto de los ríos en el /alba;
Y sí, a veces siento el quiebre de mis rodillas como el tronco que cae de /repente.
Quisiera pensar que los niños que caminan por las derrotas empinadas
serán el testimonio de la hierba que escapa de las grietas rojas del asfalto.
Aquí arriba, en la tierra del olvido, cada triste pan nos sale muy costoso.
Tal vez por eso no recordamos cómo es el ocaso y cómo el aire en las /mañanas.
Cada mísero bocado en verdad es muy costoso:
El rostro alto de los hombres que tapan el cielo cuando nos miran desde /arriba
la mañana oscura de los seres que amamos con el deseo y la mirada brumosa
la rara sensación de no reconocer el abrazo de los niños apenas en la puerta
los ojos entreabiertos que no ven la realidad porque la jornada siempre es /larga…
En fin, la incertidumbre, el olvido, la soledad, el esperado canto de los /gallos:

De eso están hechas las cumbres nubladas y el atajo oscuro de 
/Ciudad Bolívar.

Panorámica de Bogotá desde las cumbres de Ciudad Bolívar en el marco
de una salida de campo a Quiba con los bellos estudiantes de un colegio
ubicado en el barrio El Tesoro y en el cual di clases hace algunos años.